Esculpida por tus manos

miércoles, 17 de junio de 2015

Fui esculpida por tus manos.
Como la escultura que vuelve erótico a su autor.
Cada curva era un derrape hacia tus besos.
Cada escondite un lugar donde depositar una suave caricia de tus dedos.

Yo era la musa del único artista que negaba su inspiración.
Escondías tus ganas en el valle no pronunciado de mi pecho.
Y te gustaba lamer el sabor salino de mi piel desnuda al salir del mar.
Creo que tenías envidia del sol que podía quemar mi piel.
Así que te esforzabas en hacerme arder en el infierno del amor entre tus labios.

Cerrabas las cortinas del ventanal de tu casa
Para que los curiosos no apreciaran el movimiento de mis caderas al bailar por tu habitación.
Adorabas ese juego absurdo de dejarme correr con libertad unos segundos
Antes de cazarme y empotrarme contra cualquier superficie.
A mis huesos no les rompía el invierno,
Pero se calaban cuando tu esencia se alejaba de nuestro camino.

Mi pelo suelto desafiando al viento.
O recogido en un moño desaliñado,
Dejando al descubierto mí cuello
Que se mataba por dinamitar entre tus dientes.

Yo me cree así,
A base de tus huellas dactilares,
De tatuarme a fuego tu nombre sobre mi piel.
De provocarte guerras de miradas.
Y sonrisas de contrabando.
Bajo aquel éxtasis de deambular por tu casa sin reglas.

Explotabas la poesía de mi pecho.
Llenabas mis pulmones de fragancia con sabor aventura.
Y mi clavícula era la mejor ancla pirata.

Pero...que quieres que confiese en estas palabras.

Que me marche a conocer un mundo cruel,
Por la idea de que el paraíso tenía que existir en algún lugar
Aunque no fuera contigo.
Había leído que no eras el único de tu especie.
Que otro hombre podría electrocutarme con su presencia.

Me fui, como se van los cobardes o los curiosos.
Te quedaste con las manos vacías sin tu obra culmine.
Nos alejamos de la felicidad de apretarnos las manos.
Conocí a la tristeza,
A él éxtasis momentáneo,
A la claustrofobia de sentirme presionada bajo cualquier persona
Que no tuviera tus yemas.


Volví, como mendiga que añora un fuego entre sus vértebras.
Un suspiro de alivio o de orgasmo.
Pero yo no era yo, y tú ya no eras tú.
Y mandamos a nuestros orgullos a negociar un pacto insalvable.
Que idiotas que se quieren a matar.
Y a matar nuestra esencia se van a otras bocas.
Yo te he dicho mil veces te quiero cuando no estás.
Tú has marcado mi teléfono sin respuesta hasta este final

2 comentarios:

  1. Hola!!

    Vengo de la asociación Blogguer!! No conocía tu blog y te sigo ^^

    Pásate por el mio: www.blogpatry.com

    Saludos.

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