Una noche vacía

Y como muchas otras veces la noche está vacía si ti. La pantalla de un ordenador es lo único que ilumina la habitación, dándole a todo un brillo azulado un poco tétrico. Por los altavoces suena la música que crea la banda sonora del momento. Loquillo tocando notas de hace un par de décadas. Me apoyo en la ventana y miro a la calle. Es una noche tranquila. No hace calor, no hace frío. El aire corre suavemente y se desliza por debajo de la camiseta provocándome un escalofrío. No son tus manos, pero es agradable. Los árboles y edificios tapan el cielo estrellado que muchas veces hemos visto juntos. Otro sitio, otro lugar, la misma hora.

El marco de la ventana se me clava en los antebrazos mientras doy una calada. Respiro y dejo que el humo del cigarro llegue hasta el fondo. Suelto todo el aire esperando que con el humo desaparezca la soledad y el hecho de que no estás aquí. Me doy la vuelta con la esperanza de encontrarte esperándome en la cama tapada con tan solo una sábana, pero me encuentro con una solitaria y fría almohada esperando. Una vez más la noche está vacía sin ti.