Tan fría, tan cortante, tan letal.

domingo, 24 de abril de 2016

Se que me voy a ir.
Me estoy quedando más tiempo de lo que nadie esperaría.
Estoy aguantado esa calma interminable que precede al tsunami salvaje.
No eres tú, no soy yo.
El problema es que "nosotros" es una palabra impronunciable.
Ambos tenemos  el miedo agarrado a las cuerdas vocales, y eso nos impide confesarnos.
Prefiero pensar que es eso,
a reconocer que quizás solo queden brasas carbonizadas que jamás serán diamante debajo de nuestras prisiones.

Solo quiero pedirte una cosa.
Que sólo sea una mi solicitud no significa que vaya a ser fácil.
En realidad mi idea es oscura y retorcida, como mi alma.
No me olvides.
Eso es.

No se te ocurra perderme entre conexiones neuronales que me desoriente.
Por favor.
Quiero estar latente en tu memoria a largo plazo.

No pretendo ser tu obsesión 24 horas diarias, no soy tan cruel.
Sólo dime que te he dejado huella,
que he conseguido hacerte vibrar,
que la melodía al conjunto era pegadiza para hacernos bailar.

También deseo que nunca pierdas la curiosidad.
Que la busques a ella como una necesidad.

Soy sincera cuando te digo que espero que después de nuestra explosión, ella surja del mar.
Como una sirena mitológica creada a base de sal y agua marina.
Que su interior esté colmado de bellos corales,
ya que lo mío era más parecido a una cueva de ladrones de esperanza.

Yo seguiré tan errante como siempre,
tan volátil como las migraciones de las aves en busca del paraíso.
Renunciar a lo que nunca fue mío
porque jamás firmamos papeles de bienes conjuntos.

Ser independiente tiene un precio muy alto que tengo que pagar.
Has derrumbado tantos muros que prácticamente estoy desnuda ante tu mirada, y eso me hace temblar.

Espero que me perdones.

Creía que había cambiado los hábitos tóxicos.
Pero sigo igual, a trozos, tan cortante, tan fría, tan letal.

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