Dicen que el primer paso para ganar la batalla contra tus
miedos es aceptar que existen, y que tienes las ganas de enfrentarlos frente al
espejo, de invitarlos a salir de las sombras para tomar una copa de recuerdos.
Es una masacre beber ese trago, pero también hay que ser consciente de todo lo
que hemos perdido en el camino, hay que se arquitecto de uno mismo. Nunca pensé
que yo misma me estaba haciendo la zancadilla entre las palabras por querer
escribir siempre de lo mismo, describir el dolor hasta haciendo el pino, cómo
si le pudiera provocar vértigo. Me tocó
clavar una pluma entre mis costillas, y sangrar, marchar los papeles con mi
cortado aliento y ver que aún no había muerto, que aquella escabechina de sentimientos
tenían que salir o me terminarían envenenando, dicen que lo importante es el
fondo, por lo que una vez tocado, sólo se podía ascender. Y sabes, de la palabra soledad, me quede con
su raíz, (sol) y cómo brillaba entre mis manos, una mezcla gaseosa de ilusión y
delirio con la que podía jugar a los malabares. Ojalá me hubieras visto, con la
casa vacía, y yo bailando, saltando, y que algún pervertido hubiese intentado
sacarme una foto, no me hubiera podido cazar, porque no me paraba de
mover. Si me preguntas que estoy
haciendo, te diré que plantar cerezos para la primavera, y que Neruda se
enamore de ellos, no me pidas razones, o detalles, sabes que no los voy a
describir, el viento que gira, no lo intentes controlar.
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