Reducir a una canción.

jueves, 28 de mayo de 2015

La vida es irónica y sarcástica.
Si crees en las casualidades
debería decir que todos mis comienzos y finales
se suelen reducir a una canción.

América no podría contarse
sino fuera por un piano.
Donde entre las teclas blancas y negras
no existe el gris.
Hay un factor que nunca debes olvidar,
los amantes de la música siempre ponemos las manos
donde no debemos,
con total de formar sonido
rompemos todas las reglas
y no pedimos permiso.

El teclado me capturó,
 y mis dedos comenzaron
a producir sentimientos
sin control.
Nostalgia, alegría, tristeza,
acordes que se precipitaban en el siguiente.
Siempre terminando en la tensa dominante.
Nunca una resolución en primer grado.
Y donde se suponía que estaba yo sola y mi melodía,
se unieron otras manos.
Los graves comenzaron a sonar.
Él sabía qué construir,
porque os juro que no había disonancias.

Su olor estaba tan cerca.
Y su respiración tan coordinada con mis jadeos.
Entonces me atreví a mirarle,
menuda decisión kamikaze.
Con su camisa tejida de universo.
Su pelo desaliñado y esa sonrisa descolgada.
Y esos ojos universales,magnéticos, eléctricos, profundos.
Me rogaban que fuera una última vez su vicio inconfesable.

Su mano derecha saltó sobre mi izquierda,
buscando una excusa que funcionara para nosotros.
Pero mi aliento decía adiós desde el principio.

"Todo lo que hubiéramos podido ser tu y yo,
sino fuéramos tu y yo"

En mi suspiro de resignación
deje escapar mi resistencia.
Y supe que mi mirada defensiva
bajaba sus armas
y recobraba su color dulce melocotón,
como lo que habíamos vivido.

Me tocabas y era una explosión interior.
Creo que estaba apunto de darme una parada al corazón.
Me rebañaste el cuello,
buscando unos besos que se habían congelado en escarcha,
hacia demasiado tiempo.

Y me preguntaba porqué si sabía escapar de todo,
aún seguía entre tus piernas.

Lo nuestro no era química, ni física,
era arte.
La belleza de una tragedia.
Quise protestar,
pero me robaste las palabras,
y perdí el poco sentido que me quedaba.
Tu saliva curaba el odio que sentía hacia ti.

Yo vulnerable, humana, soñadora y pequeña.
Encontrándome entre tus mordiscos.
Respirando tus sueños.
Susurraste mi nombre
al viento de mi oído.
Parecía una palabra mágica
dicha con el acento de la felicidad.
Un salto de semitono,
arriesgado pero perfecto.

Y después silencio, que callaba y gritaba la verdad.

Tus manos desabrochando mi blusa,
parando unos segundos en mi pecho.
Mis válvulas estaban en su propio orgasmo.
Tus yemas haciendo cosquillas en mi muñeca.
Y tus dedos entrelazando mis huecos.
Me miraste, sabías que iba a ser nuestro último instante.
Mi única oportunidad para desnudarme
en el brillo vespertino de tus retinas.
Con el pelo rizado, el sujetador rojo,
y las bragas negras.
Otra maldita coincidencia.

Un beso en la frente,
porque siempre había estado
a al altura perfecta de tu barbilla.
Sabía que su relación iba a naufragar.
Pero yo no iba a quedarme.
Me mordí los labios.
Y algo salió de mi oscuridad.
"A mi me engañaste"
El dolor venció al placer.




1 comentario:

  1. Hola! Me ha encantado, no soy de poesía pero está muy bien.
    Te dejo un premio en mi blog! Espero que lo disfrutes.

    Un beso

    ResponderEliminar