Soy ambidiestra, es una realidad que suelo ocultar porque a
las personas les asusta la gente que puede usar todo su cerebro, o peor aún que
si se le elimina parte de su cuerpo podría seguir utilizando la otra mitad.
O también por si me caigo, no tengo excusa para decir “no
puedo, tengo mi mano derecha inmovilizada”.
No suelo escribir con la izquierda, ni siguiera me acuerdo
como comencé por aquella cabezonería, pero simplemente lo hice.
Al igual que sólo he escrito una carta de amor con ella,
puede de hecho que es la única carta de amor que fuera puramente ternura, que
la izquierda estaba más cerca del pecho y por ello la distancia con el corazón
la hacía más verosímil, también porque tenía que escribir más despacio y
tranquilidad, con la seguridad de no ir a una velocidad de vértigo en la cual
no me pudieran seguir.
No puedo decir que mi letra era bonita, ni redonda, ni
estaría dentro del estilo clásico o romántico. Era una letra absurda, algo
indescifrable, pero os puedo asegurar que era el amor moviéndose entre cada
vocablo despacio. Una vanguardia latente
por existir y ser entendida
Creo que esto es la única señal que hay de mi vestigio,
bueno, esto, y mi terror a los deportes con raqueta, que aunque sea mala, no tardó
en darle con la pala con la derecha, pero también con la izquierda de manera
inconsciente.
Mi derecha, mi protección, mi izquierda, mi amor.
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