Carta a Donald Trump

lunes, 6 de febrero de 2017

Querido Donald Trump,

Enhorabuena, te has convertido en el hombre más poderoso del planeta, solemos decir que las palabras se las lleva el viento, en tu caso se materializan en fuertes diques en la realidad. Para ser el presidente de un país construido por millones de culturas estás dejándote llevar por unos prejuicios que no tienen fundamentos. Recuerdas el nombre de tu tierra, y no, no es América, por mucho que os guste llamarlo así, porque América es todo un continente, con una gran multitud de países y gentes de colores. ¿Estados Unidos?
Te has parado a pensar el significado de Unidos, porque quizás ahí radica el problema, que te has olvidado de la esencia de la palabra. 

Te escribo como estudiante sin ningún tipo de repercusión mediática, con una gran certeza de que jamás llegarás a leer estas palabras, están en español ¿Verdad? 
Aunque las tradujera al inglés más pulido tampoco llegarían a tus manos, y tampoco me arrepiento por ello. Tiene que ser una gran carga tener el mundo en tu puño y pensar por toda la globalidad.

Pero antes de que firme el siguiente decreto de restricción, antes de levantar un muro infranqueable, antes de mandar una nueva bomba que destruya una civilización más, déjame hablar de negocios. Es usted un hombre que sabe muchísimo más que yo de ello, pero aún así, creo que nadie le ha explicado el potencial bruto que tienen todas las personas que tú estás paralizando. Son como diamantes escondidos esperando a un renacer, les conozco, he estado con ellos. 

A la velocidad que yo intentaba aprender sus idiomas, ellos ya sabían mantener conversaciones simples en mi lengua materna. A pesar de sus condiciones infrahumanas en los campos de olvidados, quería decir de refugiados (refugiados sin refugio, que humor negro), hacían esfuerzos por mantener sus cabezas ocupadas y llenas de conocimiento.

Le propongo un viaje, uno más para su apretada agenda por todo el mundo, acompañe por dos noches, no le pido más, a cualquier campamento europeo, esté con ellos ese tiempo.

Sabrá entonces que por mucho odio que les tenga, le propondrán beber un té ardiente, la mitad de su fruta, y cualquier comida que tengan por ahí. Le enseñaran fotos de las bombas que usted mandó lanzar, cuando tenga las lágrimas en su garganta, ellos le consololarán y le pedirán perdón por hacerle sentir triste, porque eso ocurrió conmigo.

Atentamente le pido, usted cambie el mundo ahora que puede, ahora que su firma es la mayor seña de identidad, permite un poco de calma en tus terremotos internos. 
Le prometo, que todos los que no tenemos manera de hacer girar el planeta de una manera diferente, todos los silenciosos, haremos lo imposible por sacarles una sonrisa, por calmar sus heridas, por descubrir su cultura, nutrirnos de su afán de vida,

Ayúdenos, 

Cordialmente, una ciudadana más

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