La luna ilumina con su luz tenue el claro del bosque.Las últimas gotas de la reciente lluvia reflejan su luz como brillantes perlas. El bosque entero está en silencio, conteniendo la respiración. No se oye ni una rama crujir, ni una hoja caer. En el centro del claro, un tocón. Y sentada en el tocón una mujer. Cruzada de piernas contempla la negrura lejana entre las ramas del bosque. La luna se refleja en sus ojos marrones iluminándolos. Una cascada de pelo negro cae por sus hombros hasta su regazo, donde reposa una guitarra. Su pecho se mueve acompasado por su respiración a un ritmo pausado.
Suavemente la mujer se mueve y coge la guitarra. La agarra con firmeza con una mano mientras con la otra acaricia sus curvas con la misma suavidad que un hombre a su amante. Posa sus dedos sobre las cuerdas y empieza a tocar.
Las primeras notas surgen de la guitarra y se van entrelazando unas con otras formando una canción. La canción del bosque. Los dedos de la mujer bailan con rapidez sobre las cuerdas vibrantes. tejen la música creando una melodía que resuena en cada rincón del bosque.
Tan de repente como había empezado la mujer deja de tocar. Las últimas notas se escurren entre sus dedos como si de agua se tratase y escapan por el bosque. El silencio vuelve a llenar el claro. Todo vuelve a ser como antes. Ni un solo ruido, ni un crujido, ningún animal correteando entre los arbustos.
La mujer sigue mirando a lo lejos entre los arboles. Una única lágrima se desliza por sus ojos y cae por su mejilla. Ella parece no notarlo. La lágrima cae en la guitarra, donde se queda reluciente bajo la luna. No hay ruido en el bosque, solo el silencio de una mujer que espera.
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